El Momento que llegué a Tarifa
Tarifa no es mi pueblo, pero es donde vivo de lunes a viernes, desde hace ya bastante tiempo.
Tenía sólo seis años, cuando una mañana de Septiembre mi madre y mis hermanos subimos al autobús para venir hasta aquí, pero no de vacaciones sino a quedarnos en una Residencia Escolar.
Tenía sólo seis años, cuando una mañana de Septiembre mi madre y mis hermanos subimos al autobús para venir hasta aquí, pero no de vacaciones sino a quedarnos en una Residencia Escolar.
El recuerdo que tengo de aquel momento es de mucha tristeza y muchísimo viento. Si entonces hubiera tenido que escribir algo de Tarifa, todo habría sido malo, pues no me gustaba nada.
Las cosas han cambiado; ahora disfruto de sus magníficas playas, voy a correr muy a menudo y me entusiasma ver la velocidad que cogen esas cometas gigantes y cómo se mueven con el viento.
Me hacen gracia los muchachos con trajes de goma negro, que parecen pingüinos esperando que lleguen las olas para saltar sobre ellas; los pescadores con sus cañas y los cubitos de plástico con algún “pescaíllo” que otro.
Cuando acaba el curso siempre pasamos un día en Bolonia o en Valdevaqueros, donde la arena se acumula formando verdaderas montañas y es muy divertido coger carrerilla y saltar desde lo más alto.
He visto las ruinas de Baelo Claudia, donde los romanos vivieron hace cientos de años, y aún conservan las bañeras de piedra donde arreglaban los atunes que cogían en la almadraba. Esta forma de pesca también se hace todavía en mi pueblo, que es Barbate, y a veces, cuando he ido a coger piñas con mis hermanos, he visto desde arriba todas las redes y los barcos atuneros.
En dos ocasiones he visitado el Castillo de Guzmán el Bueno, y el guía Chan nos contó que Guzmán el Bueno tiró el puñal desde los más alto de la torre para matar a su hijo y salvar Tarifa.
Es también grandiosa la Iglesia de San Mateo con esas columnas inmensas y las cristaleras de colores que la iluminan.
Es también grandiosa la Iglesia de San Mateo con esas columnas inmensas y las cristaleras de colores que la iluminan.
Conozco también el “Paseo del Olivar” rodeado de eucaliptos y, al final, un arroyo que el otro día venía cargado de agua y no pudimos cruzarlo.
Ahora tengo once años, y cuando subo al autobús los lunes, me alegro llegar a este gran pueblo, TARIFA.
Ahora tengo once años, y cuando subo al autobús los lunes, me alegro llegar a este gran pueblo, TARIFA.
Por: José Manuel Herrera Miralles . 5a Guzman el Bueno. Tarifa
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