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jueves, 22 de octubre de 2009
RECUERDOS DE MI GENERACIÓN (Otra Parte)
Por: Francisco Javier Terán Reyes
Nuestro primer chándal era azul marino con franjas blancas en la manga y nuestras primeras zapatillas de marca las tuvimos pasados los 10 años (Esas J'hayber!). Entramos al colegio cuando el 1 de noviembre era el día de Todos los Santos y no Halloween, cuando todavía se podía repetir curso. Fuimos los últimos en hacer BUP y COU.
Vimos caer el muro de Berlín, abrir la verja de Gibraltar y a Boris Yeltsin borracho tocarle el culo a una secretaria; los de nuestra generación fueron a la guerra (Bosnia, etc.) cosa que nuestros padres no hicieron; gritamos OTAN no! bases fuera!, sin saber muy bien qué significaba y nos enteramos de golpe un 11 de septiembre. Aprendimos a programar el vídeo antes que nadie, jugamos con el Spectrum (lo que tardaba un juego en cargar, con ese pitito), Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Saltabamos al cementerio, paseábamos por el Olivar y construíamos nuestras casetas de madera.
Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos, le poníamos una botella vacía de plástico en la rueda de atrás y parecía una moto (famosas las motoretas enormes o las BH). Nos abríamos la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día y solo volvíamos cuando se encendían las luces. As, no era raro que todos tuviésemos parches en el chándal por estar habitualmente todo el día tirado.
Recuerdo las modas de los juegos de entonces.
Llegaba el tiempo del trompo, y lo pintábamos con esmaltes de uñas, para proteger nuestro trompo de otro, le colocábamos chinchetas y los más agudos, para destrozar trompos le cambiaban la punta por una de punta de caballo, o a lo sumo una puntilla que se cortaba y se esperaba al afilador para que la dejase con tanta finura capaz de destrozar cualquier trompo. Entonces si alguien iba a una barriada y te cogían el trompo pintado, se decía: “Trompò pintao al tejao” y te lo embarcaban.
Otra moda fue la de las chapas; los tirachinos; el yoyo master y las pistolas de cohetes. Esos cohetes rojos que venían como una arandelita circular y que se metía directamente en la pistola.
Los más osados fabricaban sus bombas, con amoniaco, una bola de papel “arbal” y una botella de plástico.
Pero realmente el juego más aposianante era las bolas, las canicas. Se jugaba al cribi y no era raro escuchar a los niños decir “nokilimpio o nokisucio”; “cuarto y mitad” (noki=toque). Recuerdo esas bolas chinas, esas bolas de hueso, los bombos y sobretodo los aceritos, que destrozaban con su golpe cualquier bombo. Recuerdo que los crios nos tirábamos por las cuestas con los monopatines (que entonces no eran skate), eran los “sancheski” naranjas con ruedas negras que acumulaban toda la mierda de la calle y llegaban a frenar considerablemente su vuelo.
Muchos son los bares y establecimientos que marcaron mi infancia y juventud en Tarifa. Tan sólo aquí una pequeña pincelada de algunos.
Aun existen personas que huelen a morena frita o atún en amarillo al pasar por el callejón de la Esperanza,. Me refiero al bar de Celaje. Ese bar del Solera cuyo nombre redacta a la perfección su clientela, ahí por Batalla del Salado. El famosos bar taurino de Antonio Rodríguez , allá en la curva, que ¡vaya curva!(que oscuro e inmenso me parecía entonces); El bar Cádiz, ahí al principio de la calle de la Luz, enfrente de la pastelería la Tarifeña. Bar que recuerdo yo que después su hijo Ramón puso un videoclub y más tarde un establecimiento de chuchearías.
Ya que hablamos de videoclub, uno muy famoso fue el Dakota. ¡Anda que no había cola ni ná para coger o alquilar karate Kid!.
Ya bajando bar el Estrecho, el de “Reyes y Gonzalo”. ¡Vaya combinados, vaya sabor y olor a ensalada de Mayonesa!. En frente pues, el Coto “due chicharrón, o esos chorizitos asaos con alcohol”.
Y no era de extrañar que nuestras madres se juntara un poco de saliva en un papel, o en un pañuelo o en la misma mano para limpiarnos los churretes. No se si éramos más inocentes que ahora, pero algunos creíamos que si nos tragábamos un chicle nuestras tripas se quedarían pegadas. Algunos nos creíamos que el mundo acabaría en el 2000 o que los coches y hombres irían volando. Algunos nos creíamos que si poníamos los ojos "vizcos" podíamos quedarnos así para siempre, fundamentalmente si pasaba una mosca. Fuera como fuese creo que es importante que otros conozcan como se vivía entonces, que tal vez no fuese muy diferente de cómo se vive ahora ..o si? .
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