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domingo, 20 de abril de 2008

La Semana Santa Tarifeña por el Barrio de Aljaranda y el de Almedina




PARTE I

Quizás la Semana Santa tarifeña sea la más antigua de la comarca, pues existen datos de una salida procesional con el santo Cristo del Consuelo y Nuestro Padre Jesús del Nazareno en el año 1702.
El antiguo Barrio de Aljaranda fue muy semanasentero, sus propias calles: la calle clavel y Amor de Dios, y del Cuervo; la plaza de las caídas, la calle Jesús y del Duque, plazuela del viento, la cuesta de San Rafael, la calle San Juan, la calle amargura, calles todas capaz de recordarnos a laberintos propios de encrucijadas de este primitivo Barrio de Tarifa, y a la vez evocadoras de las propias calles de Jerusalén.

El Barrio de Santiago y Santa Maria conocidos anteriormente como Barrios de Aljaranda y de la Almedina, es sin duda donde primitivamente se celebraba la Semana Santa Tarifeña. Es de suponer que lo secundaría el Barrio de la Trinidad, en cuyo convento, el de los trinitarios, se veneraba el Cristo del Consuelo.

El Barrio de Jesús, ya rejuvenecido, constituyó la antigua ciudadela. Las primeras iglesias de Tarifa se gestaron allí: Santa María y Santiago, ésta última llamada más tarde del Jesús.

No puede ofrecerse duda alguna que Santa María fue la primitiva iglesia. De ello da fe que se encontrarán antiguos vestigios de una posible mezquita árabe o morabito. Y esto es atestiguado porque al realizarse algunas reformas en dicho templo, en el año 1908, quedaron al descubierto notables detalles de su arabismo.

Se conoce que al ser tomada Tarifa, a los moros, los cristianos habilitaron la dicha mezquita como templo católico, que con el tiempo fuera convenientemente reformado y convertido en tal iglesia. Así, no puede ser extraño que tras la Batalla del Salado, el rey Alfonso XI estuviera en ella para dar gracias al Altísimo por el triunfo de las armas cristianas contra las de la media Luna.

Parroquia Mayor,[1] dejó de serlo Santa Maria en 1546, al construirse San Mateo y ser declarada ésta como tal. Poco culto recibió, como no fuera en Semana Santa. Recuerdo cuando Jesús Terán Gil me contaba por tradición oral que su padre Francisco Terán Fernández a la edad de un niño, veía en el día del Jueves Santo, a los artilleros con sus vistosos correajes blancos, que daban guardia de honor ante el monumento.
Atestiguado el culto de dicha iglesia queda constatado en el año 1612, donde el Cabildo Municipal se dirigía al Obispo de Cádiz, rogándole que se abriera esta iglesia de Santa Maria, de ordinario por entonces cerrada, y al objeto de que pudieran concurrir a ella los vecinos del Barrio de Almedina.

Cuando el asedio francés, y al ser derruido por los españoles mismos el convento de San Juan de Prado, en el barrio Afuera, como también derruidas fueron las ermitas de Santa Catalina, la de San Sebastián y la del Sol, los franciscanos ocuparon entonces la Casa Hospicio del Mayorazgo, fundado por el beneficiado Luís de Morales. Y a la vez que la casa Hospicio, ocuparon asimismo esta iglesia de Santa Maria, colindante con aquella. Y creo oportuno aclarar que esta Casa Hospicio no era otra que la Casa Ayuntamiento, y que después a raíz de irse de allí los frailes, comenzó a conocerse por la casa convento.
Actualmente la iglesia Santa Maria ha sido recientemente restaurada.[2] El miércoles 6 de Junio del 2005 se presentaba la Escuela Taller “Iglesia de Santa María”. Escuela encargada de realizar un trabajo de restauración o intervención sobre la obra. Así pues, el Martes 7 de Febrero del mismo año los alumnos de dicha escuela taller comenzaron a derribar el techo de la antigua iglesia, para así devolverle allá por el 14 de Junio del 2007 , todo el esplendor de su cubierta totalmente restaurada.

Y es que en tiempo atrás, esta Iglesia fue la castrense. En ella se celebraban con solemnidad la fiesta de la Santa Cruz, por estar allí establecida esta hermandad. Pero Santa María no fue sede de ninguna hermandad de penitencia, ni hay constancia que de la misma salieran procesiones en Semana Santa. Santiago, la otra iglesia del Barrio, si. Esa sí.
Es en la iglesia de Santiago donde se estima que comenzara a celebrarse nuestra Semana Santa. En ella estaba la imagen de nuestro Padre Jesús Nazareno. Por ello esta iglesia llamada de Santiago terminó por ser denominada de Jesús.
En el camarín del Nazareno, se dice que existía un letrero, que acreditaba que por allí junto, por el postigo de Santiago, actualmente tapiado, habían entrado las huestes del rey don Sancho IV, el 21 de septiembre de 1292, ganándose entonces la plaza de Tarifa para la Cruz y para Castilla.
También se decía – atestiguado por las crónicas añejas – que desde allí, desde dicha iglesia de Santiago, partía un pasadizo secreto que comunicaba con el castillo. Ello sólo seria posible de confirmar si realmente se investigara y restaurara dicho símbolo de nuestra identidad Tarifeña.
Durante mucho tiempo fue parroquia, descendiendo después su categoría a la de ermita. Hoy puede apreciarse a esta iglesia en completa ruina. Sólo queda de ella unos muros semiderruidos. Pero sí se mantiene firme la espadaña. Una espadaña desdentada, casi muda, sin campanas que desafiando al tiempo se mantiene hierática, simbolizando la eternidad de la Iglesia.

Allí estaba el Nazareno, valiosísima talla barroca de escuela andaluza. Esa imagen que Tarifa venera desde tiempo inmemorial, estuvo allí ya hasta que ya ruinosa la iglesia, en el año 1910 se trasladó a Santa María, y de allí mas tarde a la capilla del Hospital, llamada de San Bartolomé, para al final venir a venerarse a San Mateo.
Mucha devoción tuvo y tiene en Tarifa el Nazareno. Y se destacaba esta devoción en el gremio de los marineros. Es pues, que fundamento de esto debiera ser que el barrio de Jesús, fuera el barrio de los marineros. El Nazareno parecía ser custodiado por marineros.
Se pierde en el tiempo de cuando salía de Santiago la Procesión del Paso. Curiosos y detallados apuntes acusan de cuando la madrugada del Viernes Santo salía esta procesión con la imagen del Nazareno, Nuestra Señora del Mayor Dolor, San Juan Evangelista y Mujer Verónica. Original costumbre era sacar por entonces la Verónica, la cual salía, no de la iglesia, sino de una casa de la vecindad de la plaza de Santa Maria. La casa de la Verónica, así llamada durante mucho tiempo y que a mediados del siglo XX fue incorporada al edificio del Ayuntamiento, del que era colindante.

No existía por entonces Hermandad. Por tanto los cultos y procesión del Nazareno -esta Procesión del Paso- eran costeados por el matrimonio que formaban Bartolomé Moreno Valdés, regidor perpetuo de la ciudad y alcalde honorífico de la misma, y Estefanía Núñez de Prado, cuya devoción ésta ya había sido practicada por sus antepasados. Al morir dicho matrimonio, el sostenimiento de la Procesión del Paso, fue a cargo de sus hijos Pascual y Carlos, y ya en pleno siglo XVIII al faltar Pascual, que era sacerdote y comisario del Santo Oficio pasó la obligación a Carlos Moreno Núñez de Prado, alguacil de la Santa Inquisición de Sevilla, que ya en trance de muerte fundó mayorazgo para que permitiera y garantizara por siempre piadoso fin. Dicho mayorazgo lo dotó con un capital de cincuenta mil reales, cifrado en un molino harinero del término, que dado a censo, rentaba mil quinientos reales y que durante más de un siglo permitió la salida de esta tradicional Procesión.
A esta procesión que además del Clero de la parroquia, concurría la comunidad del Convento de la Santísima Trinidad, que tras recorrer el antiguo barrio, bajaba al pueblo nuevo para hacer el recorrido de la estación. Y quizás convenga aclarar que las calles de la estación fueron de siempre las mismas que actualmente tiene de itinerario la procesión del Cristo del Consuelo.

[1] Teran Gil, Jesús. Libreta sobre Iglesias de Tarifa. (Libreta particular con la descripción de Iglesias de Tarifa, secundada bibliográficamente, entre otros libro, con los archivos y fondos documentales de las Iglesias Mayor de San Mateo y San Francisco.)
[2] Jesús Terán Gil . Libreta número 12 . ( Libretas dónde se recoge a diario todos los sucesos y crónicas locales acaecidas en Tarifa desde el año 1980-2007).

ALFONSO XIII EN TARIFA



VISITA DE S.M EL REY ALFONSO XIII EN TARIFA

Fue el día 6 de Marzo de 1909 cuando don S.M el rey Alfonso XIII vino a Tarifa. Era alcalde don Miguel Navarro Notario, que anunció al pueblo el acontecimiento con un vibrante manifiesto que comenzaba: “Tarifeños: ¡Albricias!”.
Llegó el rey a las doce menos diez, habiendo hecho un viaje, desde Algeciras a caballo. Le acompañaban un brillante estado mayor de generales y ayudantes, seguido de un escuadrón como escolta real.
En el “Barrio de Afuera” fue recibido por las autoridades y enorme gentío, rindiéndole los honores el Batallón de Cazadores nº 12 de Segorbe, de guarnición en Tarifa.
Don Alfonso siguió a caballo por la Alameda, continuando por la calle Sancho el Bravo hasta la Iglesia de San Mateo, donde se cantó un Tedeum. El arcipreste, a la razón el Padre Marchena, le mostró las Cartas Pueblas que se encontraban éstas en la parroquia y donde estuvieron hasta 1929 año en el cual se enviaron a Sevilla para hacerlas figurar en la Exposición Ibero-Americana. Al término de dicha exposición las Cartas Pueblas pasaron al Ayuntamiento.

Dicen que al rey al mostrarles los referidos privilegios, mostró su extrañeza, preguntando cómo aquellos documentos se hallaban allí y no en el Ayuntamiento. Alo que respondió el padre Marchena: ¿Y dónde cree vuestra Majestad que puedan estar mejor que donde está el Santísimo?
Estuvo don Alfonso orando en la capilla del Sagrario; y cada vez que hacía una genuflexión, inclinación, el Padre Marchena, naturalmente le ofrecía un cojín, que el monarca siempre “demócratamente” rechazaba para hincarse en el suelo como el resto de los mortales.
Después de visitar el castillo, marchó al Ayuntamiento, y al pasar por la Plaza de Santa María, repleta esta de público, observó entre las multitudes a numerosas y bellas mujeres vistiendo el traje típico de manto y saya. Galante el rey, besó a una de ellas.

En una de las oficinas de la casa consistorial, previamente tapizada como mejor pudieron, dada la premura con que se hizo todo, descansó el rey unos momentos antes del almuerzo, que tuvo lugar en el Ayuntamiento, servidos por el hotel Anglo de Algeciras, cuya comida, sobre todo la del rey, había sido traída en ollas convenientemente precintadas.

Sobre las cuatro de la tarde, al pie del castillo, montó nuevamente a caballo don Alfonso, iniciando el retorno hacia Algeciras. La salida la hizo por la calle de la Luz entre las aclamaciones del pueblo en masa que le seguía y que le acompañó hasta más de la media lengua, por la carretera.


Francisco Javier Terán Reyes
Historiador.